El juego al toque bien hecho se ha llevado al fín su premio. Atrás quedan derrotadas selecciones rácanas y poco espectaculares como Alemania (en la final) e Italia (en CUARTOS). El juego ofensivo, bonito, sencillo y meritorio al fín triunfa en un torneo internacional, tipo de competición acostumbrada incluso a una Brasil cada ve más mediocre y ramplona.
Sí, España ha ganado, ahora todos somos muy españoles, todos estamos muy orgullosos y, sobre todo, todos lucímos con orgullo la enseña nacional. Esa enseña cruelmente criticada por una maleducadísima e injusta sociedad que ve en los colores rojigualda un símbolo franquísta del pasado. Pero como la cosa ahora va de politonos, de modas, de anabolizantes, de reguetón y de tunning pues hay que apuntarse al cambalache y todo lo español ahora mola.
Es triste que haya tenido que ser por esto, pero no hay mal que por bien no venga. Ahora hay que pensar en la celebraciones, que al final conseguimos, que lo merecimos durante años de frustrantes decepciones. Algo que nunca ha vivido la generación de los que nacimos a principios de los ochenta, no los que nacieron más tarde.
A disfrutar que es lo que toca ahora, que luego nos esperan nuestros amigos: euribor, hipoteca, mileurísmo, zp, crísis, precios, trabajo, oposiciones, etc.